En Molières-Cavaillac, pequeña aldea enclavada en el valle del Arre, Alexandre Racanière cultiva mucho más que árboles frutales: preserva un patrimonio vivo.
Tras regresar a la finca familiar hace unos veinte años, este antiguo osteópata y naturópata ha experimentado una reconversión guiada por la tierra y las plantas. Desde hace ocho años, ha cambiado su consulta por un huerto y se ha formado en pomología y arboricultura, en particular con la asociación Vergers de Lozère.
El antiguo manzanar, de menos de una hectárea, se ha convertido en un huerto de colección, con unas cuarenta variedades de manzanas, una quincena de peras, así como caquis, ciruelas, cerezas y membrillos. Algunos se cultivan in situ, otros en terrazas repartidas por varios municipios.
En caso de problema, la dispersión de los frutales permite salvarlos. Veo esta diversidad como un tesoro. Recojo variedades locales, olvidadas o raras, que tienen un valor cultural y gastronómico para las Cevenas".
Pero el compromiso de Alexandre no se limita al cultivo. También ofrece plantas frutales injertadas, algunas de las cuales se venden en ferias de otoño.
Al mismo tiempo, comparto mis conocimientos impartiendo cursos de injerto y poda con la asociación Terres Arboricoles Cévenoles, y formo a futuros arboricultores en el centro de formación profesional y de promoción agrícola de Gard.
En el mismo terreno, cultiva también plantas aromáticas y medicinales, que procesa cuidadosamente.
Como antiguo terapeuta, estas actividades son una prolongación natural de su anterior profesión. Recolecta a mano y macera las plantas en aceite de oliva, a veces durante 40 días, para producir sus aceites macerados: hierba de San Juan, siempreviva, margarita, laurel... Aceites 100% naturales para el cuidado del cuerpo y el equilibrio interior.
También elabora el famoso vinagre de 4 ladrones, famoso por sus propiedades estimulantes y calmantes. Todos sus productos están certificados BIO, y la mayoría de ellos se elaboran de forma biodinámica, en circuitos cortos, con un profundo respeto por los ritmos naturales.
Beneficiario Espíritu de parque nacional desde hace tres años, Alexandre encarna un enfoque sensible y comprometido de la vida, en el que cada fruto, cada planta, cada gesto lleva una memoria que transmitir.



