Parque Nacional de Port-Cros

Con sus pequeñas islas, sus cabos, calas, cañones y «praderas» sumergidos, el carácter insular, litoral y marino del Parque nacional de Port-Cros es único en el mundo.

Port-Cros, Porquerolles, Levant: el nombre de sus islas ya representa una auténtica invitación al viaje a través del espacio y el tiempo... Y con razón, pues sus calas secretas, sus inmensas playas de arena de plata o sus densos bosques terrestres y sumergidos rebosan de vida gracias a los más de 60 años que llevan protegidos. El Parque nacional de Port-Cros ofrece a los visitantes una oportunidad sin igual para descubrir un concentrado de la exuberante biodiversidad mediterránea.

Alberga un gran número de especies protegidas tanto acuáticas como terrestres. En tierra, es una escala muy apreciada por las aves migratorias. Las pardelas, los flamencos rosas y pequeñas paseriformes comparten una tierra de acogida generosa con otras especies endémicas más discretas, como el sapillo pintojo sardo (anfibio) o el euleptes europaea (reptil). La flora del Parque es única: romulea florentii, preciosas orquídeas y olivos de todo el mundo harán las delicias de los aficionados.

El Parque nacional de Port-Cros es un «paraíso a flor de agua». Ballenas y delfines (ocho especies diferentes), meros, barracudas, nacras, gorgonias y corales... desde la pradera de posidonias hasta los 3000 m de profundidad del cañón de Stoechades, todas las aguas claras del primer parque marino de Europa albergan un auténtico vivero que maravilla a los exploradores con aletas y tubo de buceo y a los submarinistas.

Los aficionados a la historia tampoco se quedan atrás: ¡vestigios griegos, romanos, fuertes militares y barcos hundidos saciarán la curiosidad de los paseantes más entendidos! Las islas costeras conservan las huellas del paso de Ulises, de Barbarroja, de Vauban y, más recientemente, de los últimos combates por la liberación de abril de 1945.

Las islas, tierra de creación, han inspirado a los grandes nombres de la literatura y el cine francés, sin olvidar a todos los pintores y fotógrafos que a lo largo del tiempo han reflejado el espíritu del lugar.

Pasear por la tierra o bajo el mar, deambular, navegar, fotografiar... ¡El Parque nacional de Port-Cros se disfruta de muchísimas formas, con la brisa del Mediterráneo en el cabello, el salitre y la sonrisa en los labios!